Campeona…¿de la polémica?

Confieso que cuando me enteré de que una peruana  había obtenido el campeonato mundial superpluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el hecho no me llamó, en lo más mínimo, la atención.

Yo seguía celebrando, el domingo  muy temprano por la mañana, el triunfo de mi Alianza Lima sobre el Bolognesi de Tacna en nuestro ‘competitivo’  Torneo Descentralizado.

Conforme pasaron las horas y veía que la victoría de Kina ‘Dinamita’ Malpartida   era recogida por la prensa en sus portadas y se destacaba la relevancia de su victoria, fui reparando en la importancia de la misma.

Pero también en cómo los peruanos – por lo menos yo- nos hemos acostumbrado a la mediocridad de nuestro deporte, que gozamos con los triunfos pírricos o intrascendentes  de nuestro ‘julbo’ y pasamos por alto los que ponen en vitrina el nombre del Perú. 

Y este es un mal endémico de nuestro país. Primero, no reconocemos los logros importantes, sino  sólo los que nos hacen coyunturalmente vencer nuestras frustraciones, pero nos hunden estructuralmente aún más en ellas.

Segundo, cuando logramos percatarnos de un triunfo importante buscamos ‘bajarle la llanta’ como sea, pues nos resulta increíble que algo así se haya producido.

Eso es lo que está ocurriendo en este caso. Pasada la ‘juerga’ por el ‘nock out’ técnico de Kina sobre la  estadounidense Maureen Shea, han comenzado las críticas a sus orígenes y  su arraigo con el Perú.

Que peleó con la bandera australiana en el short y que posee dicha nacionalidad, y que, para colmo, vive en California (Estados Unidos). Kina ha dicho, en alguna oportunidad,  que es más peruana que el ají panca. ¿Por qué alguien que no tiene ninguna identificación con un país, que no alcanzó sus principales éxitos defendiendo sus colores ni recibiendo su apoyo, haría semejante afirmación?

Desde el punto de vista de los detractores, tampoco habría que celebrar el éxito de la película ‘peruana’  «La teta asustada», que de nacional sólo tiene su historia, actores y directora, pues fue realizada, principalmente, con fondos españoles. Y nadie ha cuestionado su orígen económico extranjero.

Lo concreto es que nos cuesta acostumbranos a las victorias, más aún cuando éstas no se logran en nuestro querido, pero cada vez más venido a menos, balompié.  O en el voleibol, poco valorado desde nuestras últimas jornadas de gloria. 

Hasta hace unos años, el tenis era un deporte de élites. Actualmente, aunque su práctica no es masiva, su afición a comenzado a crecer,  desde que estuvimos a punto de llegar al grupo mundial de la Copa Davis  con Jaime Izaga y ‘Tato’ Noriega,  hasta cuando efectivamente lo logramos con Lucho Horna y el ‘Chino’ Miranda.

Ni qué decir de las recientes hazañas de Sofía Mulanovich, a la que antes de endiosar muchos calificaron de ‘pituca’.

Dejémonos, entonces, de disfrazar con críticas nuestras decepciones y apoyémos  hitos como el de Kina Malpartida y Claudia Llosa, para que se conviertan en los espejos en los que todos debemos reflejarnos, sean éstos made in Perú o no,  y no en aquellos que queremos evitar, pues sus imagenes se distorsionan horriblemente ante tanto cuestionamiento.

   

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